Para mi gato, para mi amigo.

Llegaste un día del mes de …, no me acuerdo muy bien si era julio o agosto, metido en un saco, cuando te vimos tu cara sonriente pero asustado tu rabito pequeño y puntiagudo, tu calcetines blancos, y ese color que desde el primer momento tú sabía que ibas a ser el gato más guapo del mundo, Marlén te puso su nombre y como siempre que acertamos tu verdadero nombre era Katye, tus primeros pasos asutadizos hasta que por fin cogiste confianza y te volviste el gato más elegante del mundo, ese andar tan chulo moviendo tu culo, seguro que a las gatitas les volvía locas.

                Fuiste, todavía me cuesta hablarte en pasado, querido amigo, hace algunos días te teníamos por aquí tumbado como un rey, dormitando pero siempre sin perder la compostura, si es que lo dije siempre tú habías nacido para ser como el gato Garffield, tan pijo, el primer gato que no le gusta el pescado, pero que se moría de gusto con la mahonesa, y no digamos una buena loncha de jamon york, eso amigo era tú perdición, solo esas ganas de vivir te hizo durar más tiempo con nosotros, después de diagnosticarte tu enfermedad, fuiste tú solo, con tus ganas de vivir, hasta el final, hasta que un domingo 30 de octubre, maldito; que tendrá la vida con las coincidencias, el mismo día que hace años enterré a mi padre, a mi queridísimo padre, no te olvidaré nunca. Ese mismo día te fuiste al cielo de los gatos, con tus amigos, solo doy gracias a Dios por habernos permitido disfrutar de tu presencia, y solo deseo que ello haya contribuido para hacernos mejores como personas.

                Seguro que estarás en el cielo, tumbado en algún sitio calentito, tumbado, con tu collar y su cascabel, tintineando.

                Katye nunca te olvidaremos. Adios amigo